
Me pregunto si la destinataria de este
cuadro tan singular habrá entendido su significado con solo verlo porque contiene códigos personales conocidos
por ambos, o si el autor se lo habrá tenido que explicar.
Otra mirada, otra pregunta: ¿por qué
colocar primero la copa partida y luego la copa entera? Si hubiese sido un
regalo entre gente que lee de derecha a izquierda, quizás se podría interpretar
como que algo estaba sano y luego se partió. Pero no es eso, estoy segura.
¿Y qué hay de la unión de ambos
dibujos? No es un trabajo desaliñado, sino todo lo contrario. Está cosido con
una impecable desprolijidad, con puntadas combinadas, oblicuas y rectas que
terminan intentando ser paralelas. Por alguna razón, hizo las puntadas para que
se note que las dos obras fueron agrupadas a propósito.
¿Y qué hay del borde del dibujo? Fue
definido de manera irregular con toda intención, pero no conforme con ese detalle,
cortó el paspartú resaltando la ondulación.
La parte posterior del cuadro -porque
es tan particular que tiene dos caras- es igual de enigmática. Al menos para
mí. Está pensado para resaltar la unión de ambas
obras. ¿El autor hizo primero una, luego otra y las juntó? Es posible. También
pudo hacerlas por separado para que el coserlas tuviera un significado.

Quizás el enigma quede descifrado en la unión de dos dibujos que representan
dos copas, una entera y una rota. Y en esa simple inscripción de cuatro
palabras con el detalle de la unión en la firma del dibujante.
Cristina Carbajal
Cuadro de Jaime Clara7 de abril de 2012
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