jueves, 5 de mayo de 2016

LUJURIA EN EL PARAÍSO


La lujuria es un vicio natural.
(Giovanni Boccaccio) 
Introducción

Fue Evagrio Póntico quien en el año 375 D.C. calificó como “pecados capitales” a las peores tentaciones. Luchó toda su vida contra uno de los pecados más difíciles de superar: la lujuria. Siendo archidiácono fue amante de la esposa de un dignatario romano; luego, ya retirado en un monasterio en el desierto y sin ninguna mujer a la vista, seguía teniendo pensamientos voluptuosos que trataba –en vano- de evitar, poniendo su mano sobre la llama de la lámpara.

Tanto en la cultura judeo-cristiana como en la Islámica, Dios reina desde el Cielo y no tiene pareja, por lo que les es difícil celebrar la sexualidad.

La Tabla de la Ley o los Diez Mandamientos no hablan de pecado, pero indican
las reglas o normas que los seguidores deben cumplir para no ofender a Dios. Dos mandamientos hablan en específico de la lujuria:

El sexto mandamiento: “No cometerás actos impuros”.
El noveno mandamiento: “No tendrás pensamientos o deseos impuros”.  

Lástima, porque cuando yo era pequeña y me enseñaban catecismo, el sexto mandamiento decía “no fornicarás”, y el noveno “no desearás la mujer de próximo”. Supongo que se dieron cuenta de que dejaban fuera actos como la masturbación o las fantasías sexuales, y que también nos daban a las mujeres la libertad de desear el hombre de nuestra prójima sin caer en pecado.

Por suerte para el mundo, existen culturas más abiertas. En la India, el acto sexual es una celebración y así lo demuestran en el Kama-Sutra -donde sexo y religión van unidos- se describen sesenta y cuatro posiciones o artes amorosas, además de los aspectos sagrados de la prostitución, el sexo en grupo, la homosexualidad y el sadomasoquismo.

En la cultura greco-romana, los señalizadores de fronteras y caminos eran gigantescos falos llamados Hermas, erigidos en honor a Hermes, el dios de la fertilidad.

El sexo era algo cotidiano entre los dioses del Olimpo. A Dionisio se lo celebraba con salvajes orgías rituales en los bosques. La palabra orgía viene del griego y en sus orígenes significaba “ritual secreto”.

Tanto en Roma como en Grecia, se tomaba al sexo como una experiencia sensual y no como tabú.

Quizás el más lujurioso fuese el imperio romano, y ningún lugar como Pompeya
para demostrarlo por medio de sus dibujos, pinturas y grabados. Este imperio disfrutaba la sexualidad no solo en los prostíbulos y hogares, sino en calles, esquinas y baños públicos. Venus fue su diosa del sexo, la lujuria y la vanidad. Recordemos también que según la mitología greco-romana, la creación comenzó con la copulación de los dioses.

La religión cristiana, en cambio, siempre trató de desalentar la lujuria, incluso a través de los nombres. Su primera denominación como pecado, fue “El ansia desordenada del placer carnal”. Después se usó también fornicación, adulterio y tentación de la carne, entre otros.

Pero la lujuria apareció mucho antes, con la pareja que dio origen a la raza humana. Y eso me lleva al punto que quería tocar: la primera mujer que habitó la tierra. Las leyendas contadas acerca de ella por las diferentes culturas y religiones, tienen muchos puntos de coincidencia.

Durante la breve investigación que realicé, me puse a pensar cómo sería vivir en esos días en el supuesto Paraíso Terrenal, siendo la única mujer para el único hombre. A quién le interese la historia oficial podrá encontrarla en el Libro de Tobías, en el Talmud y hasta en la Biblia -aunque su aparición es muy fugaz-, pero si siguen leyendo encontrarán la otra historia, la apócrifa, la de esta autora.

LUJURIA EN EL PARAÍSO (versión apócrifa)

Pasaron cinco días desde el momento en que Creó Dios los cielos y la tierra… hasta que Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó… y atardeció y amaneció: día sexto…

Y entre medio creó el universo, la tierra y la naturaleza que la habita.

Sin duda, lo que más trabajo le dio fue el ser humano. Se pasó todo un día en esa tarea, porque la realidad es que no fue tan fácil ni tan rápido como está narrado en el Génesis. 

Parece que todo empezó con una idea que lo llevó a amasar polvo puro, y vaya
uno a saber cómo, creó al primer ser humano, de sexo masculino, y le puso por nombre Adán. Lo observó y vio que su obra era buena. O creyó que lo era hasta que su obra comenzó a aburrirse.

Como no tenía nada para hacer porque todavía no se había inventado el fútbol y mucho menos la tele, Adán se sentó en el pasto y apoyando los codos en las rodillas, bajó  los brazos y… Sus manos tropezaron con una parte que le colgaba y caía, así que empezó a jugar manipulándola. ¡Y vio que el jueguito estaba rebueno! Eso reaccionaba, y cuanto más lo acariciaba más placer sentía. Sin proponérselo ni saberlo, Adán había descubierto la masturbación.

Tanto le gustó que no paraba de hacerlo y Dios comenzó a preocuparse. Fue entonces que dijo la famosa frase: No es bueno que el hombre esté solo. Así que recordando la fórmula que había usado para crear a Adán, la mejoró haciéndola más maleable y eso le permitió crear un cuerpo sinuoso, con curvas deliciosas y la cobertura final suavizada con vello casi imperceptible. Para el pelo se vino hasta el departamento de Rivera a buscar tierra colorada, y logró la primera pelirroja de la historia, con cabellos muy largos y ensortijados. Retocó el cuerpo: senos apetecibles, de buen tamaño, caderas amplias, vientre chato, culito respingón, cintura pequeña, extremidades largas y ojos seductores. Y miró Dios su obra y vio que estaba… ¡buenísima! Le puso por nombre Lilith y la dejó en el Paraíso junto a Adán, que seguía muy ocupado en sus cositas.

Cuando Adán la descubrió, pensó que era un animal muy bonito y siguió en
lo suyo. La mujer, bastante decepcionada, se le acercó y trató de entablar conversación, pero sin éxito. El tipo pensó que ese animal nuevo lo estaba molestando y no le permitía concentrase en su labor, así que se alejaba apenas la veía venir.

A Lilith le gustaba divertirse fastidiándolo porque le hacía sentirse risueña. La chica tenía su cerebro colmado de pensamientos y deseos. De todo tipo. Quizás con la buena intención de que la especie se multiplicara para poblar la tierra, Dios le otorgó una gran facilidad para excitarse, así que no necesitaba mucho. Le bastaba ver jugar a Adán consigo mismo, escuchar aparearse a otros animales, bañarse en las frescas aguas del arroyo cercano… En otras palabras, era de las minas a las que cualquier transporte la dejaba en la puerta. Pero Adán no colaboraba. No quería o no entendía las insinuaciones de la dama, y es posible que no alcanzara la frecuencia con que sus servicios eran requeridos.

Lilith llegó a la conclusión de que su congénere, además de ser el único hombre en el Paraíso, era un pánfilo. Y por el momento ninguna de las dos cosas tenía solución.

El tiempo pasaba. Cansada de esperar, le hizo una zancadilla para demostrarle con hechos lo que se estaba perdiendo y una vez en el suelo, se le puso encima. Quizás por instinto Adán invirtió las posiciones. La hizo yacer debajo y así comprobó que estar con ella era mejor que sus juegos solitarios.
 
No pasó mucho tiempo sin que la hembra quisiera estar encima. Sin pedir permiso se montó sobre él y su panorama cambió. Esa posición era increíble: la brisa le acariciaba el rostro, podía abrir los brazos como las aves en pleno vuelo, tenía total libertad de movimientos, y el poder de apresurar o atrasar la explosión de Adán de acuerdo con sus propias necesidades. A partir de ese día no quiso regresar a su posición anterior, cosa que enfurecía al hombre.

En algún lugar del Firmamento, Dios entró en el séptimo día de Su Creación. Miró Su Obra, pensó que era buena y que después de tanto trabajo merecía un buen descanso. Es de suponer que llamó a un servicio de nubes transportadoras y se fue a un all inclusive en el Caribe. Playa, mar, sol, brisa, palmeras, una reposera y Él, con un mojito en una mano y un refuerzo de mortadela en la otra. Por fin le tocaba disfrutar sus vacaciones. ¡Y chau!

Mientras tanto, en el Paraíso…

-¿Por qué? -Preguntaba Lilith- Dame una buena razón por la que deba yacer debajo de ti. Los dos fuimos creados con el mismo polvo, así que somos iguales.

El verdadero carácter de la primera mujer comenzaba a manifestarse. Era rebelde, dominante, y tan segura de sus pensamientos como para no aceptar un mandato sin una razón valedera. ¿Y qué razón podía darle Adán? Ninguna que no fuera una orden arbitraria. Lilith se la estaba poniendo difícil y él no estaba en el Paraíso para que esta hembra le viniese a arruinar su vida. Aunque eso no era lo peor.

El único hombre en la tierra empezó a notar que la mujer era insaciable. Copulaban a toda hora, de día, de noche, con sol, con lluvia, antes de comer, después de bañarse, pero ella siempre quería más. Cuando no podía convencerlo lo tiraba al piso y lo montaba hasta hacerlo reaccionar. Como es lógico, Adán terminaba en la cúspide del placer carnal y una vez allí, el estallido era inevitable.

Por supuesto que no se quejaba de cuánto le hacía gozar, ni de la persecución para los encuentros repletos de lascivia. El problema era su desobediencia.

-Tengo que hacer algo –pensó tras quedar exhausto sobre el pasto-, no me deja otra opción…

+ + + + +

-Hola, papi Dios –oyó el Creador, que tenía los ojos cerrados para un bronceado
más parejo.
-No puede ser -pensó Dios-. Mi hijo dilecto me viene a joder las vacaciones… ¿Qué carajo le estará pasando ahora?
-Dime… ¿qué problema te aqueja, hijo mío? –respondió sin mover su posición.
-Es la hembra que me diste, papi. Es Lilith –respondió.
-Pero, vamos a ver, Adán. Tienes todo para ser feliz. No pasas hambre, ni frío, no tienes preocupaciones y encima te di por compañera a una mujer deseable, hermosa, perfecta. ¿Qué más quieres?
-¿Que qué quiero? Pero… ¡papi! La hembra ya no me obedece, me persigue sin cesar solo para darme órdenes, se siente la dueña del Paraíso, se la pasa provocándome con que “el Creador nos ordenó que nos reprodujéramos” –dijo Adán queriendo imitar la voz y los gestos de Lilith-, y cuando lo estamos haciendo, ¡ella siempre quiere ponerse encima y no debajo como le corresponde, papi! Y esa fijación que tiene con el semen… ¡Is too much, daddy! Y puedo seguir, porque déjame decirte que…

Dios, en un gesto muy suyo que nos heredó, miró hacia arriba como buscando paciencia en el Cielo, que era su casa, y deseando estar allí. Pero tenía que escuchar a Adán, que seguía dándole las quejas de Lilith.

-…protesta por todo: que si la fruta que recogí estaba muy madura, que la que llevé ayer todavía está muy verde, que al mediodía hace mucho calor, que de noche hace frio, que hay que cambiarle las hojas al lecho… ¡Me tiene repodrido, pá!
-Está bien… Déjame ver qué puedo hacer.

El Creador pensaba que debía ser justo y no hacer diferencia entre sus hijos, pero… Adán no era solo su hijo varón, ¡era su primogénito!

Mientras meditaba caminando por la orilla del mar vestido con sus bermudas floreadas, aceptaba ante sí que el primer modelito humano le había salido medio fallado, bastante pánfilo para ser más exactos. Su deber como Padre era proteger a su primogénito de aquella mujer tan hermosa, rebelde, ambiciosa, indómita y…

-…y se me fue un poco la mano con el apetito sexual que le di –admitió mirando el mar inmenso-. Yo solo quería que me hicieran abuelo. En fin. Tendré que hablar con ella y bajarle los humos porque seguramente pretenderá ser igual al primogénito. O superior, quizás. Y si sigue así, con el tiempo va a querer ser superior a mí, que soy su Creador. Tengo que hablar con ella.

Desganado, cambió las bermudas floreadas por la túnica de blanco resplandeciente, y se fue al Paraíso en busca de Lilith.

-Hija mía –dijo sentándose sobre una piedra-, tenemos que hablar. Adán me ha dicho que…
-¡Pero qué tipo chusma! ¿Con qué cuento te fue? ¿Te dijo que la única que hace las cosas bien soy yo? Porque te digo que si por él fuera, comeríamos fruta verde. O pasada. No hay caso, no entiende el significado de la palabra madura. Y cuando quiero que cumplamos con tu mandato de reproducirnos, se va. Y si lo persigo, no le gusta. Y cuando lo hacemos, siempre quiere que me ponga debajo de él. Adem…
-¡Silencio! –Bramó el Creador, haciendo temblar la tierra y paralizando la naturaleza- Lilith, Lilith… Tienes que comprender y aceptar que Adán es mi primogénito y tu obligación es obedecerlo en todo. Así que ya sabes. Y no se hable más del asunto.

Lilith le iba a responder, pero Dios ya había desaparecido.

Se sintió furiosa, relegada por el pánfilo de Adán e incomprendida por su Padre. Y comenzó a andar con paso ligero, parándose cada tanto para descargar su ira saltando sobre el pasto con los puños cerrados.

Es bueno aclarar que a esta altura de la historia, ya había pasado la revolución de los ángeles, donde los perdedores -o ángeles caídos- fueron convertidos en demonios. Como todas las creaturas de aquellos tiempos, nadie trabajaba, así que los demonios deambulaban por la tierra peleándose entre ellos, tratando de conquistar algún ángel para sus filas, o pergeñando cómo y con quién ejercer su mala influencia, aunque no hubiera muchas opciones.

El primero en pasearse por el Paraíso, fue Asmodeo, el demonio de la lujuria.
Solía hacerlo al mediodía, la hora en que sus poderes alcanzaban el punto más alto. Este diablo, que tenía muchos pelo pero ni uno solo de tonto, comenzó a observar a los únicos animales hechos a imagen y semejanza del Creador. No tardó en darse cuenta de que Lilith sería su aliada, en cambio el pánfilo de Adán le contaría todo a su Papi.

La mujer no sabía que Asmodeo había presenciado a escondidas su charla con Dios. Cuando quedó sola, no tardó en reconocer la ira en su actitud. Sí, el demonio Amón sería el especialista en la ira, pero Lilith sería solo suya.

-¿Qué haces por aquí, mujer? –preguntó, con el sol en su cenit.
-No me hables. Estoy furiosa –le espetó, y pasó a relatarle su encuentro con Dios-. Te digo que si esto no cambia, me voy del Paraíso.

El demonio de la lujuria comenzó a alimentar los deseos de libertad de la mujer, contándole sobre lo bien que pasaría una hembra fogosa como ella en las orillas del Mar Rojo. Así que cansada de que el Creador prefiriera al pánfilo de su primogénito antes que a ella, decidió abandonar el Paraíso y encaminarse a ese lugar maravilloso de libertad sexual.

Cuando por medio de su hijo dilecto y de algún Arcángel chismoso, Dios se enteró de la huida de Lilith, su primera medida fue poner manos a la obra y crear a Eva, quien sería asentada de forma oficial en el Génesis como la primera mujer. La creó con una costilla que le sacó a Adán, y así salió: humilde, servicial, obediente, sumisa, con libre albedrío y… curiosa. Es que no existe el ser humano sin defectos.
Mientras tanto, en las orillas del Mar Rojo, la liberal Lilith llevaba una vida desordenada, licenciosa y llena de lujuria. O sea, perfecta. Su primer amante fue Samael, el ex Ángel de la Fuerza, que antes de rebelarse contra Dios vivía en el Séptimo Cielo –que aún no se había convertido en un hotel de alta rotatividad-, y tenía a su servicio millones de ángeles.

Luego de Samael estuvo con los diversos demonios que pululaban por aquel lugar de orgías y placeres carnales. A medida que la tierra comenzó a poblarse, Lilith se hizo adicta al semen del hombre. A través de los siglos los siguió visitando durante la noche, convertida en un súcubo de formas sinuosas y cabellos rojos. El esperma que caía fuera de la matriz de la mujer le pertenecía, sin importar si era producto de un sueño, del vicio o a causa de un adulterio. Esa simiente la preñaba y no dejaba de parir.

El Creador y Dios único, tenía presente la deserción de la primera mujer y
decidió castigarla. Cien de sus hijos morirían al día y solo daría a luz lilims, demonios femeninos –como ella misma- también conocidos como súcubos.

En el Paraíso, Adán  seguía extrañando a Lilith, su primera mujer seductora y fogosa, la que jamás se dejó dominar.

Quizás por vengar a Adán, su descendencia masculina sacó, omitió y cercenó el nombre de Lilith de los textos sagrados porque ella, con su cuestionamiento, invitaba a la rebelión.

El pasaje de miles de años por el universo y por este planeta no la hizo desaparecer. Vivió y vive según sus reglas y siendo fiel a su naturaleza lujuriosa. 

HOMENAJE A PACHÍN DE MELÁS

NOTA: Los datos y fotos se extrajeron de la página web 
donde también se encuentra su obra; también de Internet

Emilio Robles nace el 6 de octubre de 1877. Sus padres fueron don José Robles Valverde, zapatero de profesión y doña Delfina Muñiz y Rebollar, dedicada al hogar y a la crianza de sus dieciocho vástagos, de los cuales doce llegó a contar Emilio en la mesa familiar.

Cuando termina la escuela Su dificultad con el habla aparece desde muy pequeño. Llegaron a pensar que era mudo, pero en realidad tartamudeaba. Durante el período escolar, su dificultad lo llevó a aislarse y crear un mundo rico en vivencias, que él acentuaba con la ávida lectura de todo lo que caía en sus manos.

sus padres lo envían interno al colegio ovetense de San José, con la esperanza que le atraiga ser sacerdote. Allí conoce los cánticos corales y al flautista y poeta Teodoro Cuesta, a quien convierte en su héroe. Como el sacerdocio no es lo suyo, debe volver a Gijón porque sus padres no pueden pagarle una carrera. Trabaja con su padre pero no le gusta ser zapatero, así que entra de aprendiz en un taller mecánico. En sus ratos libres, sigue
leyendo e ilustrándose por su cuenta.

En 1895 en el paseo de Begoña, conoce al socialista Manuel Paredes, quien  lo contacta con la Agrupación Socialista de Gijón. Allí comienza la participación activa de Emilio en la vida social gijonesa. Se presenta en actos culturales, festividades, y demás
En 1896 debe presentarse a filas, pero debido a su problema del habla, queda liberado de hacer la mili.

En 1899 Emilio Robles Muñiz, alentado y ayudado por Manuel Paredes que firma sus escritos como << Pinón del Bardial >>, decide también buscar un seudónimo que tenga, como el de su amigo, sonido asturiano. De esta manera nace << Pachín de Melás >>  que será su nombre de pila hasta el final de sus días. Con este seudónimo llegaría a ser famosísimo dentro y fuera de Asturias. 

Agapita, su esposa y compañera, aparece en su vida en 1899. El novel autor decide declararle su amor en el periódico El Comercio, donde publica un poema firmando con su recién estrenado seudónimo. Se casan en 1901 y se van a vivir a la calle del Arenal.  En ese momento Emilio trabajaba de tornero mecánico en la Constructora Gijonesa, y lo pasaba muy mal pues deseaba dedicar todo su tiempo a su pasión: la literatura.

Cuando los hijos comienzan a llegar, Agapita contribuye con el sueldo de seis reales de su trabajo en Litografía Moré.

Pachín comienza a escribir en el periódico “La Defensa del Obrero” y en “La organización”. Sus artículos radicales causan malestar en el sector empresarial y deciden enviarlo a Sama de Langreo por unos meses. La agitación social y las huelgas de 1902, traen también las represalias patronales.

Al verse alejado de su querido Gijón y ver las necesidades que pasa su familia,
se suaviza su ímpetu reivindicativo y su rebeldía social.

Los primeros años del nuevo siglo encuentran a Pachín formando parte de una Asociación Musical Obrera de mucha fama, y también de la comparsa Los Hijos del Mar. A pesar de las penurias económicas, el matrimonio cuenta con tres hijos: Ángeles, José María y Germán Horacio.

En 1904 se celebró en Gijón un gran certamen << Científico - Literario >> presidido por Miguel de Unamuno. A este certamen se presentaron diez obras en bable , entre las cuales se encontraba  La Güelina de Pachín de Melás, que obtuvo el segundo premio. El primero fue para su querido amigo, Pepín de Pría.

En 1905 se publica su primera obra: Gijonismo, basada en los recuerdos de su niñez y en las costumbres asturianas que se iban perdiendo.

La Botica, así se llamaba la tertulia a la que asistía Pachín de Melás. Sus contertulios lo admiraban, aconsejaban y animaban con sus proyectos. A finales de 1905 les presenta La Peñuca, y gracias a sus amigos logra publicarla a principios de 1906. Sin saberlo, todos participan en el nacimiento del teatro regionalista asturiano.

La Peñuca se estrenó en el teatro Dindurra con un gran éxito, y a partir de ese momento pasó a ser considerado como uno de los mejores escritores asturianos.
Veyures .- En Noviembre de 1908 estrena en el Teatro Dindurra  "Veyures" un dialogo en bable

Debido a su popularidad y necesidades económicas, sus ocupaciones se van multiplicando. Su trabajo de tornero, más el tiempo dedicado a la literatura, actos sociales y articulista y corrector en cuatro periódicos locales, hacen que su actividad desemboque en una grave dolencia pulmonar que le acompañará toda su vida.

Encuentra un trabajo más acorde a su salud en el año 1909, como Maestro de forja, ajuste y torno en la Escuela Industrial de Gijón, con un cómodo salario de mil pesetas anuales.

Aconsejado por sus amigos, Pachín sigue por el camino del costumbrismo astur y así nacen tres obras: ¡Probe Melandru!, ¡Hebia arreglu! Que se estrena en el teatro Dindurra, y Les veyures de Pinón que son publicadas y representadas en el transcurso de 1909.

Les veyures de Pinón , colección de cuentos y "coses" en bable, atraviesa el Atlántico camino de América para ser representado en El Centro Asturiano de Rosario de Santa Fe, en Argentina, en donde es muy popular.

En abril de 1910, Pachín lee emocionado su obra ¡Hebia Arreglu!, para un publico trabajador con el que se identifica plenamente.

Ese mismo año el notable artista ovetense Mijares lleva a La Habana y Méjico dos obras de Pachín de Melás para probar, y si hubiera éxito realizar una gira por América. Pachín estaba ilusionado y decidido, pero su esposa Agapita lo hizo desistir con diversos argumentos como:  << Ven acá, Pachín. ¿Dónde vas a ir tú que eres el hombre más inútil del mundo? No sabes ni vestirte a solas. Nunca te acuerdas de nada. Ni siquiera centras la corbata como debe estar. ¿Y aún quieres ir a Cuba? >>

Pachín se queda y en 1911 funda y dirige la revista Alma Asturiana, de vida muy breve porque una epidemia de tifus trae la muerte a Gijón. Se suspenden las clases y debe buscar otro trabajo.

Durante 1912 sigue estrenando obras y en 1913 lo nombran director del Semanario El Grupo, además de trabajar para otros periódicos.

Llega 1914. Agapita y Pachín instalan un Kiosco de prensa en la Plaza 6 de Agosto, y se hace conocido como el "Kiosco de la Farola"´, aunque su nombre y slogan era: <Kiosco Jovellanos. El más popular de Asturias>.

Al comienzo de la guerra civil, en la tarde del 15 de octubre de 1937, este kiosco fue quemado junto con muchas de sus obras. Luego hacían la venta de periódicos en los portales de la calle Corrida.

Involucrado en todas las sociedades locales le hacen Socio Honorario de La
tertulia taurómaca, El Gallinero, una de las más importantes de Gijón, y pasan a llamarlo “Coletilla”, nombre muy apropiado para moverse en los ambientes taurinos.

En 1915, estrena en el teatro Dindurra "La herencia de Pepín", entremés en bable de costumbres asturianas. Una obra escrita para el pueblo sin más pretensión que la supervivencia del teatro costumbrista asturiano.

Las obras siguen apareciendo y también los premios, como en el caso de Na Quintana, ganadora del concurso organizado por el Club Náutico de Salinas.

En 1918 retoma el proyecto de la “Biblioteca Popular de escritores asturianos”. Imprime y distribuye hojas volanderas con diversos contenidos literarios.
Los rapazos cantariegos se estrena en marzo de 1919 en el teatro Robledo. Se trata de un díalogo en bable interpretado por Isidro Carballido, a quien le dedica la obra.

El 4 de mayo de 1919 se estrena con gran éxito en el Teatro Dindurra "La Sosiega", zarzuela inspirada en cantares asturianos. Era una obra vanguardista, pues por primera vez se acercaba la música asturiana a las masas.

El Filandón, zarzuela asturiana en tres actos, con música de Sara Rodríguez
Caso. Las actrices, su hija Quetina Robles y las amigas de esta. Esta obra pretende inculcar en los niños las tradiciones ancestrales de sus padres.
Dedicada a su hija Quetina, esta obra fue esperada con gran expectación, estrenándose con un lleno total, el 26 de diciembre de 1919 en el Teatro Jovellanos.

Al año siguiente del estreno de El Filandón, 1920, el compositor local Bernardo Herrero Suárez, escribe un pasodoble asturiano que lleva por título "Pachín de Melás", en homenaje al poeta que venía luchando en solitario por el resurgimiento del teatro costumbrista astur.

En 1921, por tercera vez se repone en el Teatro Jovellanos El último sermón interpretado por Isidro Carballido.  Al año siguiente se editan con portadas ilustradas por su hijo Germán Horacio, que ya empezaba a destacar por sus dotes como dibujante de carteles, "El último sermón" , "La Sosiega"  y  "El Filandón"

A primeros de diciembre de 1922 funda  La Novela Asturiana, con la idea de llegar a publicar una colección de novelas que acerque a la gente la literatura asturiana. El primer número sale con su novela "El gaitero de Fonfría", con ilustración de su hijo Germán Horacio.

En febrero de 1923 se organiza en el Teatro Jovellanos de Gijón una fiesta de la poesía asturiana con motivo de la efemérides de dicho Teatro. Pachín presenta su obra "E'na fiesta de la poesía asturiana. Pepín y Florina".

En enero de 1924 estrena con música de Paco Rodríguez Lavandera en el Teatro Dindurra la zarzuela "Pastorela". Los beneficios de esta obra fueron donados a las Hermanitas de los Pobres.

En la obra PENSATIBLE, publicada en 1925 con ilustraciones de su hijo Germán Horacio, nos encontramos con una colección de poesías asturianas, 50 en total, seleccionadas entre su copiosa producción.  Entre estas debemos destacar : La güelina, Alma asturiana, ¡Cantái, cantái!, Los oscuros cantores, Amorosina, etc.

En enero de 1926, Pachín organiza el Festival-Homenaje "Arte y Amistad" en el Teatro Dindurra, a beneficio del gran poeta y escritor Pepín de Pría (José García Peláez), enfermo y casi olvidado en su retiro. El objetivo era volver a relanzar su literatura. Crítica y público se volcaron de forma incondicional haciendo un éxito de dicho festival.

Pepín de Pría muere en Llanes en diciembre de 1928. Eran amigos desde 1903.
El festival fue uno de los acontecimientos mas significativos de Gijón desde hacia tiempo pues publico y critica se volcaron de una manera incondicional en este homenaje a Pepín de Pría
En esta época Pachín de Melás había llegado a una posición muy valorada dentro de la sociedad gijonesa, por su incansable trabajo en pos de la cultura asturiana.

En 1927, a los 50 años, estamos en 1927, es uno de los escritores más conocidos en Asturias. Sus escritos en el periódico LA PRENSA son seguidos con gran interés pues como buen conocedor de la vida social de Gijón relata historias y anécdotas que hacen las delicias de los lectores gijoneses.

1928- Regalín de Aldea. 1929- Antología de poetas asturianos. 1930- Oficia de anfitrión para el enviado de la Sociedad Juventud Asturiana Siero y Noreña de Buenos Aires.

La II República Española se proclama el 14 de abril de 1931. La vida social estaba excitada y expectante ante las novedades políticas  producidas.
Pachín, hombre marcado políticamente desde la juventud, seguía con su lucha socialista y aprovechaba su fama para opinar en prensa sobre los temas más candentes:las autonomías y la reforma agraria.

El 1 de mayo de 1932 el "Grupo Excursionista Gijonés Jovellanos" organizó una
excursión Candamo - Homenaje a Jovellanos en Puerto de Vega, donde murió. La foto recoge un momento de la ofrenda floral a Jovellanos con Pachín portando la corona.

La comedia sentimental de ambiente asturiano "Noche de luna", fue publicada con portada de Germán Horacio, y estrenada en el Teatro Dindurra de Gijón el 19 de abril de 1933.

El 5 de octubre de 1934 estallaba uno de los acontecimientos más importantes de la historia contemporánea, no solo del Estado español sino del movimiento obrero internacional. La revolución de octubre del 34 conmueve a la sociedad y anticipa las posteriores rupturas ideológicas.

Pachín de Melás se siente cansado y sus grandes ojeras reflejan su grave enfermedad pulmonar.  Aunque está enfermo, sigue creando y prepara el lanzamiento de dos nuevas obras, "La Esfoyaza"  y "Al sonar de la salguera".  

El 1 de septiembre de 1936 por la mañana, Agapita llega sofocada a la casa y le  relata a su esposo que la vieja iglesia parroquial de San Pedro Apóstol estaba ardiendo y que pensaban dinamitarla.

Pachín de Melás, pensando en los restos del ilustre gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos, se dirige al alcalde quien le autoriza a proceder. Acompañado de dos municipales, va a la
iglesia de San pedro y logra salvar del incendio los restos de Jovellanos. Aquí se ven en las escaleras de la Escuela de Comercio donde fueron guardados.

Luego, el hijo de Pachín, Germán Horacio Robles, construyó un receptáculo en una de las aulas de la Escuela de Altos Estudios Mercantiles, antes de Comercio. La foto fue fechada el 4 de octubre de 1936.

En esta foto de la derecha se ve a Pachín de Melás, en el centro, junto a otros ciudadanos de Xixón en octubre de 1936, delante del receptáculo con los restos de Jovellanos en la Escuela de Altos Estudios Mercantiles. Germán Horacio está sentado a la derecha de Pachín


Este mismo año se edita un billete de 25 céntimos del Consejo de Asturias y León, conocido popularmente como "Belarmino". El diseño de este billete era de Germán Horacio hijo de Pachín de Melás.


En 1937 los nacionales entran en Gijón. Se cierran prácticamente todos los periódicos, y Pachín sigue escribiendo en el diario C.N.T. de carácter político netamente opuesto a El Carballón.

La enfermedad y los acontecimientos van consumiendo a Pachín pero aun tiene ánimos para escribir y en enero de 1937 remata su última obra, la comedia dramática que jamás llegaría a estrenar "Los dos bobos de Con".

En febrero del 38 van por Pachín al trabajo y lo llevan a la cárcel de El Coto. Desde allí envía una carta a Agapita, la última carta, fechada el 4 de marzo.

   Cuando Agapita llega a la cárcel  el día 6 ya no lo pudo ver vivo. En un listado encontrado en la cárcel figura lo siguiente : << Emilio Robles Muñiz de 60 años, natural y vecino de Gijón, casado, con cinco hijos, maestro nacional (Aunque nunca llegó a ejercer), falleció en la cárcel el 6 de marzo de 1938 >>,

Asturias, te amé cuanto pude, con cuanto amor pudo albergar mi alma. Te canté cuanto me fue posible. Mi vida artística fue consagrada a ti. Hacer más, es superior a mis fuerzas. Mi conciencia está tranquila.