No
todos lo saben. Debido a la educación religiosa que recibí, siempre estuve
convencida que Eva fue la primera mujer. Hace pocos años, gracias a un amigo
chileno, escritor, me enteré de la presencia de Lilith en la historia.
No
voy a hablar en este post sobre la manipulación que se hizo durante siglos de
la Biblia, y de cómo la “Palabra de Dios” fue acomodada según el poderoso de
turno.
Pero
no sólo la encontramos en la Biblia y en la literatura hebrea, sino que además
también aparece (según diferentes autores), en la simbología súmera y
babillónica.
Esta
dama, era de una belleza perfecta, opulenta, de cuerpo sinuoso, cabello rojo, ondulado
y larguísimo. Inteligente, seductora, estratega, pero sobre todo indómita e
impetuosa… no tardaría en emanciparse para lograr su independencia.
Lilith
fue, extraoficialmente, la primera mujer de Adán. Aunque… para mi gusto
preferiría decir que Adán fue el primer hombre de Lilith. A diferencia de Eva,
la primer mujer fue hecha de arcilla al igual que el hombre, pero para
desgracia de éste, salió independiente, pensante, reflexiva y por lo tanto…
insumisa. No estaba dispuesta a tener una posición inferior al hombre; tampoco
quería estar por encima; simplemente quería ser… igual. Ni más ni menos: igual.
No estaba a yacer debajo de él, sino que, durante el sexo, demandaba por
mantener la posición dominante. Al contrario de lo que le enseñarían al resto
de las féminas por los siglos de los siglos hasta nuestros días, era
sexualmente activa y reclamaba el derecho al deleite, así también a gozar del
sexo en el momento que lo deseara (imagino a Adán diciendo que le dolía la
cabeza…).
Al
ver que el Creador desatendía sus pedidos, y que su compañero no estaba
dispuesto a reconocer el lugar que le correspondía, hizo lo que toda mujer
debería hacer: irse para ser libre. Porque permanecer allí significaría
rebajarse, humillarse, aceptar por siempre una inferioridad otorgada por un
poder al que no estaba dispuesta a reconocer. Así que, desnuda como había
llegado, abandonó el supuesto paraíso…
Fue
entonces llegó Eva, la madre de la humanidad, la primera mujer oficial de Adán. Recibida con bombos y platillos,
pues fue creada a partir de una de las costillas de su marido, por lo tanto,
sumisa, obediente, humilde. Ya me imagino a Adán, caminando por el paraíso y
gritando: “Aprendé, Lilith… Esto es una mujer, esto es una esposa –mientras señala
a Eva-, ¡no una rayada con ínfulas de independencia como vos!”. Y Eva, con la
cabeza baja, ruborizada y orgullosa, caminando dos pasos atrás de quien, tan
generosamente (¡ja!), había donado una costilla para su creación.
Claro
que la rebeldía, la insumisión, la independencia, el orgullo… tiene su precio.
A Lilith le cayó encima la maldición de la mala prensa. Estoy segura que
ninguno de los que están leyendo esto, sabían que Minguito Tinguitela le copió a
Adán una de sus frases más famosas: “Ojito conmigo, ¿eh? Que te puedo levantar
un manolito, o te puedo hacer un
buraco así de grande…”. Y si hay algo que no le hicieron a la verdadera primera
mujer, fue un monolito. O manolito,
como decía el editor en jefe de La vo’
del rioba.
Supongo
que una vez que Lilith abandonó el paraíso y Eva se consagró como la Primera
Dama del Edén, el Cuarto Poder comenzó a crear las historias que se hicieron
famosas a través de los siglos. Que si era la reina de súcubos (demonios
femeninos), por haberse opuesto a Dios; que si era una ninfómana enfermiza
(basta que una mina deje al marido para que todos la califiquen de puta); que
si seducía a los hombres para usarlos y estrangularlos después (porque ellos
siempre son muy caballeros con nosotras, ¿no?); que si era la reina de los
vampiros porque después de matarlos bebía su sangre… En fin, que la mina pasó
de ser la primera y única mujer de la Creación, a la versión femenina del
demonio.
Claro
que todo eso no fue suficiente. Parece que, ya fuese por envidia o por otros
motivos ocultos, varias mitologías la encuentran encarnada en monstruos
femeninos: Lamia, Empusa, las harpías, las parcas y demás figuras femeninas
donde se alude a la muerte de hombres y niños. Sí, porque además de hombres, se
comía a los niños crudos (dicho en forma literal y no tanto…). También hay
referencias en la Brunilda de los Nibelungos, en la diablesa babilonia Lilu, y
hasta en la Reina de Saba.
Etimológicamente,
Lilith viene del hebreo layil (noche), y se representa como un demonio nocturno
peludo, o como una mujer de cabellos muy largos. Otros dicen que viene de Lil,
también hebreo y alude a lo que tiene que ver con la noche, por lo que su
nombre significaría algo así como “la nocturna”. Esto ayuda a verla como un ser
oscuro, maligno, sangriento, satánico.
Según
uno de los mitos, Lilith convertida en serpiente es quien seduce a Eva para que
pruebe el fruto prohibido. Después, apoyada por Samael (más tarde llamado
Satán), hace que engendre a Caín. Más tarde, Lilith se encargará de convencer
al hijo mayor de Eva para que mate a Abel.
Para
mí, y más allá de la religión, Lilith representa a la mujer que no se somete y
exige un trato idéntico, convirtiéndose quizás, en la primera luchadora por la
igualdad de géneros. No en vano muchas organizaciones feministas la han tomado
como referente.
¿Cuántas
Lilith hubo a través de la historia de la humanidad? ¿Cuántas hay hoy en día
que cansadas del maltrato deciden abandonar su hogar para tener una vida más
digna? ¿Cuántas veces juzgamos a esa persona que deja su casa, su familia, sus
hijos… por algún motivo desconocido para nosotros? Pero aún así nos atrevemos a
hacer juicio de valor.
Amigos…
Es posible que el próximo viernes no desaparezca la tierra, pero sí puede ser
que termine una era y comience otra. Quizás, sólo quizás, ese día comience a
materializarse la Era de Acuario, y el universo empiece a cambiar.
Si
el 21/12/2012 no se termina el mundo, nos vemos por acá antes de fin de año. De
lo contrario, como decía Arthur N. García Wimpi:
“…que
todo sea para bien”
Nota: Pintura superior: Lilit (1892), por John Collier
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