domingo, 21 de abril de 2013

ANA Y JUAN

Nota: este cuento fue escrito por mi hermana del corazón, Iris Viano. Para disfrutar y pensar.
 
Encaminó sus pasos hacia la ventana, llevando en sus manos una humeante taza de café. Ese era el lugar preferido de Ana. El sol entraba a raudales por el inmaculado cristal y ella sentía la tibieza sobre su piel mientras observaba detenidamente el paisaje tan conocido y tan cambiante; la naturaleza se encargaba de cambiarlo cuatro veces al año. Era otoño, pensaba Ana, la mejor época del año, asociándolo tal vez a la etapa de su vida, a su madurez.

Se sentó en su sillón predilecto, entrecerrando sus verdes ojos y recordó lo maravillosamente hermosa que lucía Paula ayer en la ceremonia de su casamiento. Ya sus dos hijos se habían casado y era momento de encarar un proyecto de vida que postergaba hasta que sus hijos resolvieran las suyas.

Era el momento de darle a Juan la respuesta que pacientemente aguardaba, respetando su tiempo de decisión.

Juan llegó a su vida luego de que ella enviudara, con la intención de formar una pareja. No estaba en los planes de Ana, unir su vida a alguien hasta que sus hijos resolvieran sus vidas, a quienes les dedicara la suya desde que quedara sola.

Hoy ya no tenía excusas  para dilatar más su respuesta, pero era tan difícil!

Juan sabía de su triste historia sin conocer detalles y era momento de sincerarse. Ana dudaba entre decirle la verdad, ocultarla o directamente mentir, por desconocer la reacción de Juan.

Se acurrucó en el sillón como buscando el necesitado abrazo de consuelo, cerró sus ojos y recordó…

La larga enfermedad de Felipe, que se llevó hasta el último de sus ahorros, generando deudas. La soledad con que enfrentó la situación, sus niños pequeños aún, la partida de sus padres en un accidente fatal. Sin trabajo y sin oportunidad de conseguirlo.

Sus padres no consideraron necesario que prosiguiera los estudios al terminar la secundaria. ¿Para qué? Siendo mujer seguro se casaría y sería una muy buen ama de casa. No necesitaba más. Pero la vida o el destino la condujo a situaciones inesperadas, y sin imaginarlo se encontró ante una terrible situación, a la que debía hacer frente sola. Obvió recordar en detalle cómo había llegado a ejercer la prostitución, etapa que resolvió dejar atrás en su historia aunque fue la que le permitió sacar adelante a sus hijos. Se sabía una criatura del universo y que su propósito en la vida era otro.

Así fue que, robándole horas al sueño, retomó los estudios, algo que siempre había sido para ella una asignatura pendiente, y logró ser una exitosa abogada.

Y ahora el dilema: ¿le contaría su historia a Juan? ¿Se la ocultaría, transformándola en una mentira? ¿Y si él, al enterarse y basándose sus rígidos principios, no la perdonaba?

El sol ya no estaba en la sala; sin que Ana lo notara, había quedado en la penumbra.

Ya había tomado su decisión: se lo contaría todo. Esa parte de su historia le pertenecía y nadie la juzgaría. Siempre sería la dueña de su vida, y no estaba dispuesta a mentir para ser aceptada. No se merecía vivir a la sombra de una mentira, temiendo ser descubierta, aunque el precio fuera quedarse sin un compañero de ruta. ¡Así lo hará!

Y Juan… decidirá por él.
 
Autora: Iris Viano