domingo, 5 de agosto de 2012

¡Treinta y sieteeeeeeeeeeeeeeeee...!

-Es difícil a toda edad, pero a la nuestra, más.
-Quizás porque hay una edad para todo, y a nosotras ya se nos pasó.
-Naaaaa… Ni ahí. Nada que ver. No es una cuestión de edad.
-¿Entonces?
-Tonces… es cuestión de suerte, o del destino, o de una misma. No es igual conseguir pareja con veinte años que con cincuenta. Y hablo de pareja en serio, no de un touch ‘n go, porque eso lo conseguís en cualquier lado.
-¿Te parece?
-Claro que me parece… Y tampoco es cuestión de género, porque es difícil para ambos. Eso por un lado. Y por otro… También tenés que mirarlo con la visión de hombre.
-Jajajaja… Me hacés reír. A ver, doctora… ¿Cómo sería la visión del hombre?
-Los tipos hacen lo mismo que nosotras, nos dividen en grupos: las jóvenes y las veteranas; las que buscan pareja y las que buscan un tipo que las banque; las liberales y las persecutas; las inteligentes y las muñequitas, etc., etc., etc.
-¿Y nosotras en qué grupo entraríamos?
-Y… depende lo que el tipo busque. Si quiere un touch ‘n go, con que sea de carne y calentita, le va a servir cualquier cosa… ¡hasta una empanada! ¡Qué sé yo…!
-¿una empanada? Jajajaaaa…
-Y sí… si total es para “eso”, nomás. En cambio, para los que quieren una mujer inteligente con la que pueda conversar “después de…”, ‘tamos hechas, ché. Eso siempre y cuando no se asusten…
-¿Asustarlo? ¿Por qué? Somos atractivas, inteligentes, independientes, con la vida hecha…
-¡Ja! Decilo un poco más fuerte y antes de que te des cuenta, el tipo va a estar cruzando la frontera. Porque como decía Cantinflas: “ahí está el detalle”.
-¡Ah, bueno…! Ahora ponete a cantar “A mí me pasa lo mismo que a usted”, y el mundo se va a enterar que sos la partenaire que Palito Ortega nunca descubrió…
-¡Callate, nena! Si yo llego a hablar… el mundo se va a enterar que le hacías las traducciones a Matusalén. 
-¡Qué malaaaaaaaa..!
-No me interrumpas, dejame seguir con mi pensamiento… A la mayoría de los tipos los asustan las mujeres independientes que no los necesitan para vivir. La plata, la guita, los morlacos, los mangos y demás… dan poder.
-¿Poder?
-Obvio, poder. Porque… si ellos te tienen que bancar, se la hacés mucho más fácil. Con la guita en sus manos… te tienen debajo de la pata y te pueden dar órdenes
-Mi papá ya falleció. El que me quiso mandar, marchó… y soy mi propia jefa.
-Bienvenida al club de las insumisas. Pero hay tipos que se creen que porque tienen plata o traen la plata a la casa, pueden mandar. Y a veces más que mandar… lamentablemente para muchas…
-Sí, eso es verdad.
-Ahora, mujeres como nosotras, de más de 50 años y encima que no los necesitamos más que como compañía… ¿qué seguridad tienen que, si meten las de caminar, vos los vas a perdonar? ¿O que si te despertás –como ellos dicen- menopáusica, no los vas a mandar a paseo porque no levantaron la tapa del wáter a pesar que se lo repetiste chorrocientas mil veces?
-Si… Eso me da mucha bronca…
-En cambio… El tipo siente que con la guacha joven, la cosa cambia: mientras tenga guita posiblemente la tenga a su lado. Y con una botija al lado se siente rejuvenecido. Por lo menos hasta que la minita le exige “tres al hilo” como al noviecito que tenía antes, y no puede ni con el primero…
-Bueno, pero también hay mujeres de cincuenta que salen con chicos veinte años menores que ellas. Y al contrario de los hombres con las jovencitas, no les tienen que dar nada.
-No, no te equivoques. Quizás no sea dinero, pero algo les dan. Les dan sexo experimentado, salvaje o tranquilo. Les dan la tranquilidad que la veterana sabe qué quiere y qué no. Les dan conversación inteligente, porque tienen tema, saben escuchar y saben dar consejos; además es casi seguro que no les van a dar dolor de cabeza, ni le van a hacer un escándalo en el trabajo, o en el restaurante, o con la novia o la esposa, porque posiblemente lleguen a un acuerdo previo antes de concretar una relación.
-Bueno, pero a mí no me gustan los jóvenes. Me aburren. No encuentro conversación con ellos.
-¿En serio? Porque a los jóvenes no les importa tanto que la veterana sea independiente. Es más: si es independiente, mejor, porque probablemente ambos tengan claro que esa relación no es a largo plazo ni con fines serios, porque él no quiere compromiso. Así que “después de…”, cada cual por su lado. Si se vuelven a ver, todo bien, y si no… no pasa nada. En cambio, como ya te dije, a los veteranos los asustan las minas autosuficientes, porque no los necesitan para vivir. Ni a ellos ni a su dinero. Solo su compañía, siempre y cuando no joroben mucho.
-…
-Ni vos ni yo necesitamos un tipo para vivir.
-…
-¡Dale, no me mires así! Te gustaría, pero no lo necesitás. Con o sin un tipo, sobrevivís igual.
-Sí, eso es verdad.
-Entonces, cuando te das cuenta que el tipo no te gusta, no te sirve, o no da el target que esperás: ¡¡chau, bicho!! ¡Treinta y sieteeeeeeeeeeee…!
-¿Treinta y siete?
-Sí. Treinta y siete, treinta y ocho, treinta y nueve… ¡Que pase el siguiente! Como cuando sacás número en la fiambrería del super.
-Jajajajaaaa…
-Y no es una cuestión de edad. Quizás lo que haya que encontrar es un tipo que quiera lo mismo que una. ¿Vos qué buscás, qué querés? ¿Casarte, compañía, sustento…?
-A mí me gustaría encontrar a alguien con quién salir, divertirme, compartir momentos.
-¿Edad?
-Y más o menos de mi edad.
-¿Económicamente?
-No me importa.
-O sea que… ¿estarías dispuesta a bancarlo?
-¡Por supuesto que no!
-Hummm… ¡Lástima! Porque iba a haber un montón haciendo cola, y de todas las edades.
-No quiero que nadie me sostenga económicamente, pero tampoco voy a sostener a nadie.
-De acuerdo, eso es ser independiente e inteligente.
-¿No no hay ningún señor maduro, estable económicamente, sin compromiso y que le interese una relación donde cada uno viva en su casa, haga su vida y solo se junten para charlar, salir a cenar, ir al teatro o pasar un fin de semana juntos?
-¿Nada más?
-Vos siempre pensando en “eso”.
-Todas pensamos en “eso”, pero somos pocas las que lo admitimos. Y las que lo admitimos… también asustamos a los tipos, porque tienen miedo que no les dé el cuero. No sé si a todos, pero a algunos sí.
-¿Entonces…?
-Tons, mi querida y veterana amiga… mientras que “el tipo” aparece, hacé lo que dice la canción: honrá la vida. Sabés cómo se la honra, ¿no?
-¿Cómo?
-De una sola manera: ¡viviéndola!