jueves, 26 de abril de 2012

CORÍN TELLADO: la dama de la novela rosa

María del Socorro Tellado López nació el 25 de abril de 1927 en el municipio de El Franco, Asturias. Única mujer entre cinco hermanos, de pequeña era llamada “Socorrín”, de donde surge el hipocorístico “Corín”.

En 1939 su familia se traslada a Cádiz y estudia en un colegio de monjas. Leía mucho y eran sus escritores predilectos Alejandro Dumas, Balzac y Miguel Delibes, y desde muy joven conocía las novelas eróticas de Pedro Mata.

Cuando muere su padre en 1945, se presentan duros problemas económicos para su familia, pero el librero que la surtía  de novelas en Cádiz, sabiendo que escribía novelas, la puso en contacto con la editorial Bruguera.

En 1946 apareció su primera novela, “Atrevida apuesta”, por la cual la mencionada editorial le pagara la importante suma de tres mil pesetas. Al año siguiente evitó el tener que colocarse como vendedora de una zapatería. porque la editorial la incluyó en su nómina de escritores encargándole una novela corta semanal. Comenzó a estudiar Psicología, pero no terminó la carrera. Era la España de la postguerra y sus novelas se vendían como pan caliente, por sólo un duro (5 pesetas).

En 1948 regresó a Asturias, a Viavélez, y en 1951 se muda a Gijón donde vivió hasta el momento de su muerte. Ese mismo año se hizo conocida en Latinoamérica a través de la publicación de sus novelas cortas en la revista “Vanidades”, que la contrató para que escribiera dos novelas cortas al mes, lo que hizo que la revista pasara de una tirada de 16000 a 68000 ejemplares por quincena. Guillermo Cabrera Infante era quien corregía las pruebas y la llamó “la inocente pornógrafa”.

Corín se casa 1959 con Domingo Egusquizaga. Pudiendo hacer la boda en Gijón, Corín prefiere trasladarse a Covadonga y casarse
en la cueva, a los pies de la Santina teniendo como marco el paisaje de las montañas. Luego de un año nace su hija Begoña, y en el 1961 su hijo Domingo. El matrimonio no duraría más que tres años;1962 fue testigo de su separación matrimonial.

Luego del divorcio, Domingo le escribió incontables cartas que ella jamás abrió, y el día que se enteró de su fallecimiento las quemó sin haberlas leído. La hija del matrimonio encontró en la casa de su padre, muchas más cartas que jamás envió.

En una entrevista, Corín confesaría por única vez que jamás dijo “te amo”, “te quiero”, o frases similares, y que solo frases que escribía para que otras personas fantaseasen porque ella nunca había estado enamorada, y que su matrimonio había sido un error.

Después de un tiempo, firma contrato en exclusividad con Bruguera por 150.000 pesetas, pero más tarde decidió no renovar contrato con ellos y pasado un año firmó con la Editorial Rollán.  Fue en esa época cuando la Unesco la declaró la escritora más leída en español después de la Biblia y Cervantes. Sin duda que una señora capaz de escribir más de cuatro mil novelas en 63 años de carrera, vender 400 millones de ejemplares y ser la escritora más leída en español, merece toda mi admiración. Sacando cuentas muy rápidamente, sólo una persona privilegiada como ella puede escribir un promedio de más de una novela por semana. Y lo más asombroso es que, a pesar de tratar siempre el mismo tema, el amor de pareja, no se repetía en sus argumentos.

Sus novelas se convirtieron también en fotonovelas bajo el título “Corín Ilustrada”. Del primer ejemplar “Eres una aventurera”, se vendieron 750.000 ejemplares en una semana. El cine también se inspiró en una novela de la autora y se filmó “Tengo que abandonarte”, dirigida por Antonio del Amo. Varios de sus libros sirvieron para hacer estudios de sociología. También conoció la censura debido a sus alusiones políticas en su radionovela “Lorena”, en 1977.

No todo fueron éxitos y rosas. Juicio mediante, la escritora debió pagarle a Bruguera la suma de 365 millones de pesetas y trabajar en exclusiva para ellos hasta 1990 por incumplimiento de contrato, dado que habiéndole dado la exclusiva a esta editorial, había firmado con otra..

Fui una de sus tantas lectoras en mi adolescencia, cuando las mujeres soñamos con el amor. Y aunque no lo admitan, también era leída por infinidad de hombres. Siempre me llamó la atención que sus novelas no tienen una época definida, sino que siempre tuvo el cuidado de describir los lugares, los personajes y toda la ambientación, ropa inclusive, de forma que uno lo pueda ubicar en cualquier año del siglo XX, a partir de 1945 o 50. Simplemente magistral.

Sus novelas fueron también adaptadas al cine y a la televisión por medio de telenovelas, tanto en España como en América Latina. Admirada y querida por talentos de la pluma, a esta asturiana le fue otorgada la medalla al “Mérito en el trabajo”.

El 11 de abril de 2009, falleció a la edad de 81 años en Gijón.

Desde mi lugar de aprendiz de escritora, reciba usted mi humilde homenaje a su talento. Gracias por habernos dejado su legado que es un canto al amor rosa, gracias por su lucha porque el Asturianu o Bable fuera aceptado como lengua, y gracias por haber compartido con nosotros sus dotes para la pluma. ¡Salud, Corín Tellado!

lunes, 23 de abril de 2012

HISTORIA Y LEYENDA DE LA SEARILA

Este año, la “Selmana de les Lletres Asturianes” está dedicada a la poesía y los poetas asturianos de la ilustración. Para no separarme de la temática, aunque se honra la obra de Benito de l’Auxa y de Antón de Balvidares, quisiera hablar sobre el poema escrito por don Antonio Cuervo Castrillón y dedicado a su esposa, conocida como “La Searila”, nombre con el que también se propagó la obra.

El poema es una buena muestra del período romántico, y aunque es el único trabajo literario conocido del autor, quizás al término de esta lectura coincidan conmigo en que es interesante conocer la historia de cuándo, cómo y por qué surgió.

Es probable que el nombre de Antonio Cuervo Castrillón no signifique nada para la mayoría, a menos que sean del noroccidente astur, donde hace casi 180 años tuvo lugar una historia de amor que haría famosos a sus protagonistas, inmortalizados en el poema que hoy nos ocupa.

Para comprender mejor lo sucedido, sería bueno recordar que el movimiento romántico se caracterizaba por la angustia, la rebeldía, la exaltación del yo, la libertad y la naturaleza, todo sumado a una enorme carga de pasión, tragedia, muerte por amor y la desesperación que lleva a la locura. 

Los hechos se desarrollaron entre los años 1835 y 1837 en el occidente marinero asturiano, uno de los lugares más fantásticos del Principado, donde el mar Cantábrico choca contra acantilados tan espectaculares como peligrosos, el verde de las praderas se introduce en los bosques que se pierden rumbo a las montañas, y las nubes descienden en la madrugada a besar el suelo astur con la misma delicadeza que un caballero rozaría la mano de su amada.

Nuestro protagonista, Don Antonio Cuervo Castrillón nació en 1809, en Piantón, parroquia perteneciente al Concejo de Vegadeo. Desde muy joven adquirió experiencia como letrado, Fiscal de Audiencia, magistrado y Gobernador de Provincia, pero su fama y popularidad no sería por temas políticos ni militares.

Doña Rosa Pérez Castropol nació en la Casona del Río Seares el 15 de junio de 1814, en el Concejo de Castropol. A medida que crecía y se desarrollaba, su hermosura se tornaba más popular; jóvenes de todas partes acudían hasta el lugar pretendiendo conquistar a la joven conocida como “la bella de Seares” o “La Searila”.

La leyenda comienza un día de verano, entre la naturaleza, cuando se vieron por primera vez mientras don Antonio paseaba en su corcel y la joven bañaba sus pies en las orillas del río. El encuentro fue tan fuerte y el amor tan pasional que a partir de aquel momento nada los pudo separar. Como buen amor romántico que se precie de tal, surgieron contrariedades desde el comienzo. Ambas familias se opusieron a aquel amor por cuestiones ideológicas y políticas. Mientras la familia de don Antonio era de raigambre liberal,  mientras que la de doña Rosa tenía profundas raíces tradicionales.

Comenzaron a darse situaciones novelescas que los enamorados solucionaban dejándose señas en los balcones, y concertando citas secretas en las cabañas de los leñadores o de los carboneros donde podían amarse libremente, sin presiones familiares.

El 8 de mayo de 1835, en absoluto secreto, se dirigieron a la Parroquia de Seares donde contrajeron nupcias, tal como dejó asentado en el libro de actas parroquiales el excusador vacante, Don Francisco López Villar.

Era la época de la guerra Carlista y don Antonio, que también era militar, fue trasladado a La Coruña, lo que, teniendo en cuenta la época, suponía una enorme distancia que separaría a los dueños de aquel profundo y secreto amor. Una vez que don Antonio hubo marchado, la joven esposa se entera que sufre la enfermedad más exaltada por los románticos: tuberculosis o tisis. Para hacer más trágica la noticia, también le dicen que está embarazada.

Cuando el esposo se entera la gravedad de la enfermedad que sufre su amada y del parto inminente, regresa al pueblo de su mujer. El 30 de octubre de 1836, María Rosa da a luz una niña. Debido a las muchas dificultades que soporta al parir, la bella Searila fallece al día siguiente del parto, y la niña un año después.

Su esposo don Antonio, revienta cuatro caballos en su enloquecida carrera de regreso desde La Coruña a Seares, pero no llega a tiempo. A su arribo le espera la noticia que su esposa ya fue enterrada, y es en este punto donde en realidad comienza la tragedia.

Enajenado por tanto dolor, cual personaje de novela romántica, espera la noche y entra al cementerio. Busca la tumba de su amada, desentierra el féretro y lo abre. Abraza el cadáver y sobre él vierte incontables lágrimas; antes de cerrar el cajón, corta un mechón de los cabellos de su Searila. Preso de una locura transitoria, concurre noche tras noche al cementerio, encaramándose a la tapia para visitar el sepulcro de su adorada Rosa.

Pasado un tiempo y superada la enajenación, comienza a escribir el poema mientras recorre las playas y los lugares donde caminaba con su idolatrada esposa. Don Antonio continuará cambiando y perfeccionando los versos hasta el momento de su muerte, que pese a todo el dolor padecido ocurre en 1890, 54 años después que su amada. Muchos años después, al remover los restos de don Antonio, se encontraron en su tumba la capa negra que siempre lo acompañó, y en ella, un mechón de cabellos y una rosa seca, los elementos que guardó aquella noche como recuerdo de la difunta.

El poema y la historia se difundieron con tal rapidez entre la gente por tradición oral, que se fue cambiando a través del tiempo y los años. Entre el momento en que fue escrita hasta la muerte de su autor, se conocieron más de veinte versiones del mismo poema. Lamentablemente, no existe una versión original sino varias adaptaciones, incluyendo la que el propio autor diera a conocer antes de su fallecimiento. Esta versión fue publicada en hojas sueltas en un periódico local, y no se guardó ningún original. Aunque eso no disminuye el valor de lo que su autor quiso trasmitir.

Si nos detenemos brevemente en cada una de las estrofas del poema, podremos observar tragedia, dolor, soledad, arrepentimiento, muerte, separación, angustia… y tantos sentimientos similares, típicos de la época romántica.

 NOTA: Las fotos que ilustran este artículo pertenecen a la finca donde vivió y murió La Searila, y al escuedo de armas de su familia.


POEMA DE LA SEARILA
Solitaria mansión del sepulcro.
Solo en ti mi esperanza se encierra.
Que, perdido mi amor, es la tierra.
Un abismo de mal para mí.
Negro abismo, que ahoga implacable
En un mar de tristezas mi alma.
¡Qué de Dios la piedad me de calma!
¡Ay, Searila, reuniéndome a ti!

Un profundo clamor en mi pecho,
Que te llama y evoca constante,
Sin que pueda acallarlo un instante
De mi vida angustiada y febril.
Espantosas tinieblas me cercan
Y entre ellas venirte a mi veo.
¡Fantasía! ¡Ilusión del deseo!
¡Que, ay, Searila, no vienes a mi!

Cuantas veces gozosa conmigo,
Embargada de amores suaves,
Escuchaste el cantar de las aves
En las dulces mañanas de abril!
Poco tiempo duró nuestra dicha,
¡Y cuán presto acabó mi fortuna!
Pues no quiero tampoco otra alguna
¡Ay, Searila, viviendo sin ti!

Pavorosa visión yo recuerdo
Cuando trémula tú me decías
Que en fatídicos sueños veías
De tu tumba la lápida abrir.
Del destino, cruel anticipo,
Que alejaba de mi la alegría,
Se cumplió la fatal profecía,
¡Ay, Searila, pues vivo sin ti!

En tus brazos morir, ¡qué consuelo!
Conmovida otra tarde dijiste,
¡Infeliz! Y siquiera me viste,
Expirando apartada de mí.
Niña aún y tan sola muriendo,
¡Cuán amargo el morir te habrá sido!
Sin oír el acento querido!
¡Ay, Searila, anhelado por ti!
De la vida en el último aliento
Tu tristísima voz me llamaba.
¡Desdichado de mí! ¿Dónde estaba
Que a tu angustia no pude acudir?
Por los campos buscando tu huella
Yo corrí con frenético empeño,
Y hoy, perdido, paréceme un sueño,
¡Ay, Searila, que viva sin ti!

Yo corrí desalado y ansioso
Por caminos que incendia la guerra,
Y al llegar, ¡ay de mi!, bajo tierra,
Yerta, inmóvil, sin vida te vi.
A la luz de la lívida luna
Tu belleza, que intacta aún estaba,
Con pupila sin fuego miraba,
¡Ay, Searila, posándose en mí!

De tu yerta cabeza, la seda
Yo corté con mi trémula mano
Y tus sienes de hielo, en vano,
Con mi llanto y mi beso encendí.
Entre flores, mi Rosa, una rosa
Con su pompa y sin par lozanía,
Roto el féretro yo te veía,
¡Ay, Searila, mirándome en mí!

Tu recuerdo mi alma devora,
Y hasta el fondo taladra mi pecho,
Sin poderme sentir satisfecho,
Que apetezco cual nadie sufrir.
Lo apetezco y la vida me enfada,
Y así más me consumo y me mato,
Pues no quiero me acuses de ingrato
¡Ay, Searila, si vivo sin ti!

Abomino de vida sin cielo,
Donde ver de tu sol los fulgores,
Que risueñas no alegran las flores
Cuando el alma se siente morir.
Y alegrarme jamás yo no puedo
Ni pagarle al amor más tributo,
Ni otras glorias la mundo que el luto,
¡Ay, Searila, que llevo por ti!

Sola ahora y por todos dejada
En el lecho sin fin de la muerte,
Pues no hay nadie que aquí venga a verte
Si no viene tu amante infeliz.
Soledad a tu lado es mi vida,
Que sin ti toda vida es desierto;
No respiro, mi ser está yerto,
¡Ay, Searila, si no es junto a ti!

Navegando, la pálida luna
Por la bóveda inmensa del cielo,
Que comprende parece mi duelo
Y no quiere como antes lucir.
De la noche durante el silencio
Tu sepulcro besando acompaña
Y en tristeza profunda me baña,
¡Ay, Searila, velándote a ti!

Mustia ahora la frente doblada
Sobre el pie de la lápida fría,
Yo te espero ¡oh mortal agonía!,
Como el ángel que mira por mí.
Yo te llamo, el momento se acerca,
Que en el cielo, felices y amantes,
Nuestras almas se junten como antes,
¡Ay, Searila, pues muero por ti!



viernes, 20 de abril de 2012

A DON MARIO...


Maestro…

Es difícil hablar sobre usted. Quizás, don Mario, porque usted provoca respeto.
Sería muy, pero muy fácil entrar en Internet y contarle a la gente que usted nació el 14 de setiembre de 1929, en Paso de los Toros, allá por el medio de nuestra geografía, del lado norte del Río Negro, ese que divide en dos al paisito. Podría decir que pasó una niñez con apremios económicos y que en 1946 se casó con Luz López Alegre, su gran amor, su compañera… Esa con la que caminó la ruta de la vida, mano a mano y codo a codo siendo “mucho más que dos”.
¿En cuántos sitios trabajó, don Mario? En un montón, sin duda. Desde la casa de repuestos de autos hasta periódicos, revistas, semanarios. ¿Se acuerda cuando en 1974 clausuraron el semanario Marcha? Pero usted siguió escribiendo cuentos, novelas, poemas. ¿Quién no leyó, vio en el cine o, al menos, oyó hablar de “La Tregua ”? ¿Cuántas veces vimos escrito aquello de “Usted puede contar conmigo. No hasta dos o hasta diez, sino… contar conmigo”.
Por eso, Don Mario, yo no puedo escribir sobre usted. No me animo, ¿sabe? Me queda grande…Quisiera contarles a todos la gran cantidad de premios con que lo honraron en vida; las veces que lo nombraron “Doctor Honoris Causa”, a alguien con escasos estudios secundarios.

¿Sabrá la gente que usted fundó, junto a miembros del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros), el Movimiento 26 de Marzo? ¿Y que tuvo que abandonar su país por sus pensamientos políticos? Pasó su exilio en Argentina, Perú, Cuba, España. Pasó 10 años alejado de su paisito y de su esposa.
Allá por 1985, Joan Manuel Serrat grabó “El Sur también existe”, basado en sus poemas, con su ayuda y colaboración personal.

¿Premios? Muchos. Jristo Botev en Bulgaria, Llama de Oro de Amnistía Internacional en Bruselas, Morosoli de plata en Minas, Uruguay, Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral en Chile, Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en España, Premio Iberoamericano José Martí, Premio Internacional Menéndez Pelayo… Y siguen y siguen. Pero ¿qué importa? Usted escribió más de 80 libros, además de artículos, discursos y muchas cosas más. 40 de sus libros fueron traducidos a 20 idiomas.

Recién acabo de ver en la televisión a su amigo Galeano que dijo que su apellido, “Benedetti”, significa “benditos”. Benditos nosotros que tuvimos la suerte de disfrutarlo en vivo y deleitarnos con sus poemas.

El 17 de mayo de 2009, los medios de comunicación mundiales daban la noticia de su desaparición física, con 88 años.

Entonces… ¿Qué más podría decir yo? Mejor lo dejo a usted y a dos sus poemas, de los que más me gustan a mí.

Hagamos un Trato

Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo

si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo

pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted

es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.



UNA MUJER DESNUDA Y EN LO OSCURO
Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.

DECIFRANDO UN ENIGMA

Miro el cuadro una y otra vez; lo observo con detenimiento tratando de comprender el significado que quiso darle el autor. No tiene ningún sentido para mí, aunque es evidente que lo tuvo para él.

Me pregunto si la destinataria de este cuadro tan singular habrá entendido su significado con solo verlo porque contiene códigos personales conocidos por ambos, o si el autor se lo habrá tenido que explicar.

Otra mirada, otra pregunta: ¿por qué colocar primero la copa partida y luego la copa entera? Si hubiese sido un regalo entre gente que lee de derecha a izquierda, quizás se podría interpretar como que algo estaba sano y luego se partió. Pero no es eso, estoy segura.

¿Y qué hay de la unión de ambos dibujos? No es un trabajo desaliñado, sino todo lo contrario. Está cosido con una impecable desprolijidad, con puntadas combinadas, oblicuas y rectas que terminan intentando ser paralelas. Por alguna razón, hizo las puntadas para que se note que las dos obras fueron agrupadas a propósito.

¿Y qué hay del borde del dibujo? Fue definido de manera irregular con toda intención, pero no conforme con ese detalle, cortó el paspartú resaltando la ondulación.

La parte posterior del cuadro -porque es tan particular que tiene dos caras- es igual de enigmática. Al menos para mí. Está pensado para resaltar la unión de ambas obras. ¿El autor hizo primero una, luego otra y las juntó? Es posible. También pudo hacerlas por separado para que el coserlas tuviera un significado.

La cuidada desprolijidad del anverso se ve en el reverso, pero es diferente. ¿Cuál fue el motivo por el que el autor quiso que la receptora supiera cómo lo había unido, cómo eran las puntadas y cómo estaba rematada la costura? Otro artista quizás ocultaría ese detalle tan íntimo y hasta vergonzoso, pero aquí se destacó con orgullo, sin pudores. Para resaltar aún más su descaro, el paspartú que limita y acentúa las puntadas desparejas y el indisimulado remate, está cortado con una admirable perfección. ¿Quizás para que el observador se detenga en las ondulaciones del papel de la dedicatoria? Una dedicatoria tan simple como para destacar el homenaje a la amistad. Una dedicatoria tan breve que no explica si el homenaje es a la amistad en general o a la que siente el autor por la receptora. Pero… ¿acaso importa?

Quizás el enigma quede descifrado en la unión de dos dibujos que representan dos copas, una entera y una rota. Y en esa simple inscripción de cuatro palabras con el detalle de la unión en la firma del dibujante.



Cristina Carbajal
Cuadro de Jaime Clara
7 de abril de 2012